"Cutre y mal localizado" son algunos de los adjetivos para éste nuevo Canal de Nintendo para nuestras Wii. Con apenas 3 noticias EN TODO EL TERRITORIO ESPAÑOL se estrena el nuevo servicio. Simplismo y deslocalización en su máximo exponente.
Parece un servicio hecho por y para mejicanos, y si no pinchad en el vídeo!
Al menos el Canal Tiempo tiene nuevo compañero (tan cutre como él) para poder cogerse de la manita.
Con ésa riqueza de canales no sé como no han podido sacar 200 canales ya, porque vaya simpleza de canales por el amor de Dios!
sábado, 27 de enero de 2007
jueves, 25 de enero de 2007
¿Soberbia yo?
Un músico va paseando por la calle y se encuentra con un amigo. Se saludan y comienzan a charlar. Durante más de media hora el músico le habla de sí mismo, sin parar ni un instante. De pronto se detiene un momento, hace una pausa, y dice: “Bueno, ya hemos hablado bastante de mí. Ahora hablemos de ti: ¿qué te ha parecido mi último disco?”.
Es un ejemplo gracioso de actitud vanidosa, de una vanidad bastante simple.
La soberbia que se disfraza de coherencia, y hace a las personas cambiar sus principios en vez de atreverse a cambiar su conducta. La soberbia les impide ver que la coherencia en el error nunca puede transformar lo malo en bueno.
También puede disfrazarse de un apasionado afán de hacer justicia, cuando en el fondo lo que les mueve es un sentimiento de despecho y revanchismo. Se les ha metido el odio dentro, y en vez de esforzarse en perdonar, pretenden calmar su ansiedad con venganza y resentimiento.
Afán de precisarlo todo, de juzgarlo todo, de querer tener opinión firme sobre todo. Todas esas actitudes suelen tener su origen en ese orgullo tonto y simple de quien se cree siempre poseedor exclusivo de la verdad. En vez de servir a la verdad, se sirven de ella –de una sombra de ella–, y acaban siendo marionetas de su propia vanidad, de su afán de llevar la contraria o de quedar por encima.
A veces se disfraza de un aparente espíritu de servicio, que parece a primera vista muy abnegado, y que incluso quizá lo es, pero que esconde un curioso victimismo resentido.
Puede disfrazarse también de generosidad, de esa generosidad ostentosa que ayuda humillando, mirando a los demás por encima del hombro, menospreciando.
O se disfraza de afán de enseñar o aconsejar, propio de personas llenas de suficiencia, que ponen a sí mismas como ejemplo, que hablan en tono paternalista, mirando por encima del hombro, con aire de superioridad.
La soberbia crea profundos ignorantes. Cuando uno no sabe, proyecta esa ignorancia en los demás y presupone que "deberían" saberlo.
¿Y cómo detectarla, si se esconde bajo tantas apariencias? La soberbia muchas veces nos engañará, y no veremos su cara, oculta de diversas maneras, pero los demás sí lo suelen ver. Si somos capaces de ser receptivos, de escuchar la crítica constructiva, nos será mucho más fácil desenmascararla.
El problema es que hace falta ser humilde para aceptar la crítica. La soberbia suele blindarse a sí misma en un círculo vicioso de egocentrismo satisfecho que no deja que nadie lo llame por su nombre. Cuando se hace fuerte así, la indefensión es tal que van creciendo las manifestaciones más simples y primarias de la soberbia: la susceptibilidad enfermiza, el continuo hablar de uno mismo, las actitudes prepotentes y engreídas, la vanidad y afectación en los gestos y el modo de hablar, el decaimiento profundo al percibir la propia debilidad, etc.
Algunas personas parece como si se rodearan de alambre de espino, como si se convirtieran en un cactus, que se encierra en sí mismo y pincha, y luego, sorprendentemente, se lamentan (o no, dependiendo del grado de infección por soberbia que tengan) de no tener compañía, de que les falta el afecto de sus hijos, de sus padres, o amigos.
La verdad es que todos, cuando pasa el tiempo, casi siempre acabamos por lamentar no haber tratado mejor a las personas con las que hemos convivido: Dickens decía que en cuanto se deja atrás un lugar, empieza uno a perdonarlo.
Es un ejemplo gracioso de actitud vanidosa, de una vanidad bastante simple.
La soberbia que se disfraza de coherencia, y hace a las personas cambiar sus principios en vez de atreverse a cambiar su conducta. La soberbia les impide ver que la coherencia en el error nunca puede transformar lo malo en bueno.
También puede disfrazarse de un apasionado afán de hacer justicia, cuando en el fondo lo que les mueve es un sentimiento de despecho y revanchismo. Se les ha metido el odio dentro, y en vez de esforzarse en perdonar, pretenden calmar su ansiedad con venganza y resentimiento.
Afán de precisarlo todo, de juzgarlo todo, de querer tener opinión firme sobre todo. Todas esas actitudes suelen tener su origen en ese orgullo tonto y simple de quien se cree siempre poseedor exclusivo de la verdad. En vez de servir a la verdad, se sirven de ella –de una sombra de ella–, y acaban siendo marionetas de su propia vanidad, de su afán de llevar la contraria o de quedar por encima.
A veces se disfraza de un aparente espíritu de servicio, que parece a primera vista muy abnegado, y que incluso quizá lo es, pero que esconde un curioso victimismo resentido.
Puede disfrazarse también de generosidad, de esa generosidad ostentosa que ayuda humillando, mirando a los demás por encima del hombro, menospreciando.
O se disfraza de afán de enseñar o aconsejar, propio de personas llenas de suficiencia, que ponen a sí mismas como ejemplo, que hablan en tono paternalista, mirando por encima del hombro, con aire de superioridad.
La soberbia crea profundos ignorantes. Cuando uno no sabe, proyecta esa ignorancia en los demás y presupone que "deberían" saberlo.
¿Y cómo detectarla, si se esconde bajo tantas apariencias? La soberbia muchas veces nos engañará, y no veremos su cara, oculta de diversas maneras, pero los demás sí lo suelen ver. Si somos capaces de ser receptivos, de escuchar la crítica constructiva, nos será mucho más fácil desenmascararla.
El problema es que hace falta ser humilde para aceptar la crítica. La soberbia suele blindarse a sí misma en un círculo vicioso de egocentrismo satisfecho que no deja que nadie lo llame por su nombre. Cuando se hace fuerte así, la indefensión es tal que van creciendo las manifestaciones más simples y primarias de la soberbia: la susceptibilidad enfermiza, el continuo hablar de uno mismo, las actitudes prepotentes y engreídas, la vanidad y afectación en los gestos y el modo de hablar, el decaimiento profundo al percibir la propia debilidad, etc.
Algunas personas parece como si se rodearan de alambre de espino, como si se convirtieran en un cactus, que se encierra en sí mismo y pincha, y luego, sorprendentemente, se lamentan (o no, dependiendo del grado de infección por soberbia que tengan) de no tener compañía, de que les falta el afecto de sus hijos, de sus padres, o amigos.
La verdad es que todos, cuando pasa el tiempo, casi siempre acabamos por lamentar no haber tratado mejor a las personas con las que hemos convivido: Dickens decía que en cuanto se deja atrás un lugar, empieza uno a perdonarlo.
martes, 23 de enero de 2007
sábado, 20 de enero de 2007
El crio vacilón del Metro VS Abuelete
Homenaje al abuelete del Metro de Valencia Línea 3.
Va al instituto La Misericordia al que tántos canis han ido y ahora descansan en Picassent.
A ver si espabila (o lo espabilan un poco).
Al papá y la mamá de éste nene... pero que coño habéis criado?
Aquí os dejo su PAGINA WEB en la que podréis verle la jeta a él y a parte de sus coleguitas primates, que por extensión dan tanta pena como él.
Va al instituto La Misericordia al que tántos canis han ido y ahora descansan en Picassent.
A ver si espabila (o lo espabilan un poco).
Al papá y la mamá de éste nene... pero que coño habéis criado?
Aquí os dejo su PAGINA WEB en la que podréis verle la jeta a él y a parte de sus coleguitas primates, que por extensión dan tanta pena como él.
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